Aquello que más miedo le produce a sus naturalezas internas, atrae una hueste de formas maléficas, que se presentan a sí mismas en su visión interna, con la firme convicción de que al darles su energía les dará una vida casi inmortal. Desterrar el miedo y la duda es volver inofensivas a estas criaturas y, por tanto, al despojarlas del poder sostenedor de la energía que los mantiene con vida, se desintegrarán dentro de su nativa insignificancia. Por otro lado, la mejor idea en el universo nunca habría de manifestarse, de no ser porque un ser no ascendido tomó la energía de su propia corriente de vida y voluntariamente vistió dicha idea con la sustancia del mundo físico, dándole así forma y contorno.
Amado Aeolus
CONTINUA…