¡Amigos de Dios, de la Luz y de la Vida!
Por lo general, la humanidad no tiene mucho interés
en la Verdad. Ellos están ansiosos de tener la confirmación
de aquellos conceptos que han desarrollado; que son confortables
y aparentemente placenteros con los cuales vivir.
Por lo general, la humanidad prefiere la “expiación vicaria”
y la presencia de la Verdad no siempre es bienvenida
cuando estremece los conceptos de la eras y causa cierta
molestia que siempre se sucede con el cambio. Valiente es
el hombre y fuerte, sincero de corazón, serio en propósito,
quien desea conocer la Verdad y quien no tendrá que
negociar con la confirmación de los propios errores que
son exteriorizados en los mundos individual y colectivo a
medida que manifiestan aflicción.
Es evidente para el individuo pensante que si
cualquiera estuviera poseído de la plenitud de la Verdad
dentro de él mismo, esa Verdad le liberaría mediante su
aplicación ante sus propias experiencias de la vida. De ese
modo él habría cumplido la afirmación del Maestro Jesús:
“Conocerás la Verdad y la Verdad te hará libre”. Los cuerpos
etérico, mental y emocional de la humanidad han estado
expuestos a las religiones, sectas e ismos de muchos tipos
a través de todas las eras por la receptividad de su alma,
en un esfuerzo para producir un patrón perfecto a manifestar
para la conciencia del hombre. Es sólo cuando ese
hombre o mujer llega a un punto en donde ellos no desean
la confirmación de las opiniones preconcebidas sino que
desean la pura Luz de la Verdad, que Nuestra Hermandad, la
Amada Palas Atenea y Aquellos Quienes la representamos,
podemos dar la asistencia Cósmica para liberar a tal ser.
Les traigo hoy la Presencia y presión de la Verdad Cósmica.
A medida que llega dentro de la atmósfera de este salón
y pasa por sus cuerpos emocional, mental, etérico y físico,
desaloja y remueve una gran cantidad de acumulación de
error de la que su mente externa ni siquiera es conocedora.
En el futuro, estoy seguro se asombrarán de la claridad con
la que serán capaces de avanzar en sus contemplaciones y
aplicaciones, si pueden aceptar Nuestra Presencia, Nuestro
poder y Nuestros regalos hoy
Aún en el mundo de los seres no ascendidos, cuando
un individuo solicita a otro la Verdad, esa Verdad es muy
rara vez bienvenida.
La discriminación siempre necesaria para
reconocer la Verdad
El Señor Maitreya, el Amado El Morya y todos los que
están conectados con los discursos, siempre sugieren que
tejamos dentro de Nuestras charlas informales suficiente
de Nuestra Propia experiencia personal para que puedan
darse cuenta de que el desarrollo de la Luz del alma – la
felicidad así como la lucha – no son suyas solamente sino
por las que han pasado enteramente todo Aquel Quien ha
regresado a la perfección de Su estado-Divino en la victoria
de la Ascensión, a través de la aplicación auto-consciente.
Ahora es fácil mirar atrás sobre la Dispensación Cristiana.
Tantos himnos han sido escritos acerca del individuo
quienes habrían apoyado al Maestro Jesús si ellos hubieran
estado allí con El en esa época. El encanto de las centurias
ha hecho de El una figura fácilmente discernible entre las
masas que vivieron y caminaron la Tierra en Su época. Sin
embargo, hablando como Uno Quien estuvo allí, grande es
la discriminación; grande es la discreción requerida para
reconocer un momento Cósmico en Su hora de expresión.
Poca es la virtud del hombre que la descubre únicamente
cuando el meteoro resplandeciente ha pasado por el cielo
y desaparecido en los recónditos más lejanos del Universo.
Sé – porque fui tal Ser!
En la época de Jesús, estuve encarnado como Saúl de
Tarsus, más tarde conocido como Pablo. Estuve instruido en
cada departamento de enseñanza Bíblica; capaz de recitar
las Escrituras Sagradas de corazón; conociendo cada profecía
de Isaías, Jeremías y de los demás; un miembro de esa Secta
arrogante y orgullosa quien sabía que el Mesías vendría a
los “pocos escogidos” y estaría entre el sacerdocio – ¡sin
embargo no fue así! Me recuerdo bien discutiendo a menudo
como lo hacíamos, la venida del Mesías, porque Jerusalén
esperaba intensamente ese Mesías y lo habíamos esperado,
pienso, demasiado tiempo. Nosotros, los hombres de letras,
pensábamos en las Escrituras Sagradas y ponderábamos
sobre ellas. Recuerdo también que en esa época teníamos
muchos individuos que tenían “complejos de Mesías” a
través de todas las centurias – fanáticos que tenían grupos
de seguidores y cuyos trabajos eran sólo cenizas. Así que
entre los intelectuales, vino una cierta cáscara protectora de
la razón para que no fuéramos engañados por los fanáticos
de la hora. Me recuerdo bien poniéndome Mi túnica sedosa
un día, perfumándome mis manos y poniéndome mis joyas
para investigar los “desvarios” de un hombre en el desierto
quien estaba proclamando la venida del Mesías. Me recuerdo
caminando con cierto desagrado personal hacia los linderos
de la multitud y mirando sobre la figura tosca de Juan, el
Bautista. Convencido dentro de Mi mismo de que Nuestro
Rey de la Casa de David no tendría tal precursor como ese
hombre rudo, mis sentimientos se disgustaban. No podía
ver a través de esa “vestidura”. Confieso que nunca miré la
Presencia física de Jesús porque no había tomado a Juan
en su verdadero valor y no había conocido su mérito.
Amado Hilarión