El Puente, enero 1974
Uno de los Focos desde el cual el Gran Arcángel Miguel
y Su Hueste Angélica sirve es el Templo de la Fe, localizado
en el Reino Etérico cerca de Banff, en las Montañas Rocosas
Canadienses.
Hace muchas eras, en el principio de la individualización
de la humanidad sobre este planeta, el Arcángel Miguel,
como Guardián Absoluto de la Fe en Dios en los corazones
de los Santos Inocentes (verdaderamente los primeros de la
humanidad en usar la Tierra como un lugar de habitación)
los acompañó aquí cuando por primera vez sus pies tocaron
esta Tierra entonces hermosa – llegando a la vecindad de
las grandes Montañas Tetones en Wyoming, U.S.A. Muchas
centurias más tarde, después del advenimiento de los “retrasados”
quienes vinieron aquí desde otras Estrellas trayendo
sus sombras de discordia, el Arcángel Miguel y Su Hueste
Angélica retiraron más y más el magnificente Templo de la
Fe que Ellos habían creado de la sustancia la cual la Tierra
ofrecía – diamantes perfectos, zafiros centelleantes y oro
puro fundido.
Desde este Foco (el cual era entonces una estructura
física real sobre la superficie de la Tierra) el Arcángel Miguel
y Sus Legiones continuaron guardando, protegiendo y sirviendo
a la humanidad de la Tierra durante muchas eras. En
el principio, el velo de maya no había sido creado aún y el
estado natural de la humanidad era caminar, hablar, servir
y aceptar consejo de las Huestes Angélicas y Sus Grandes
Directores. Desde todos los puntos sobre la superficie de
la Tierra, la gente venía a bañarse en la radiación poderosa
de la Presencia del Señor Miguel, encontrando allí nueva
fuerza para continuar con sus respectivos servicios a Dios
y al hombre, y llenando sus almas con Su Fe en la expresión
máxima del Reino del Cielo de Dios sobre la Tierra.
En esa época, el Señor Miguel caminaba diariamente
entre estas personas puras y donde quiera que El iba, el
entusiasmo y deseo espiritual por expandir la Perfección
de Dios se incrementaba y sostenía. Su Presencia brillante,
Sus ojos centelleantes, Su cabello dorado exquisito eran
una visión inspiradora Divina y natural para todos quienes
miraban sobre El.
Después que los “retrasados” llegaron aquí desde otras
Estrellas, nuestra dulce Tierra habiendo aceptado la responsabilidad
de darle hospitalidad a las almas dentro de cuyas
naturalezas estaban las semillas de impureza, el Señor Miguel
y Sus Legiones no abandonaron la Tierra y Sus evoluciones
luchando. ¡El Arcángel Miguel había hecho un Voto a Su Dios
de proteger la Luz espiritual dentro de los corazones de la
humanidad y ninguna apariencia humana jamás podría o lo
desviaría a El de Su Santo propósito!
A medida que pasaron las eras, Su magnificente Templo,
Su Presencia resplandeciente y la Presencia de Sus Colaboradores
Divinos llegaron a ser menos y menos visibles ante
la vista del corazón y mente impura, hasta que las sombras
de discordia humana formaron un velo entre la humanidad
y la Hueste Angélica y Su Hermoso Templo de Joyas. La
existencia de eso hoy es ignorada y casi completamente
olvidada por las grandes masas de la gente. Sin embargo,
dentro del Reino Etérico, el Arcángel Miguel ha sostenido ese
Templo y desde Este, aún hasta este día, los Rayos de la Fe
Absoluta en Dios y la determinación para hacer la Sagrada
Voluntad de Dios, aún se vierten hacia fuera hacia dentro
de las almas de los hombres.
Desde este Templo Sus Colaboradores constantemente
continúan saliendo en misiones de Protección, Misericordia,
Redención y Salvación. Desde este Templo el Rayo de
la Fe Absoluta Inmutable en Dios continúa irradiando fuera
a través de la sustancia emocional, mental, etérica y física
del planeta Tierra y Sus evoluciones acompañantes.
A este Templo (en sus cuerpos más finos en la noche,
mientras el cuerpo físico duerme) vienen todos quienes
buscan ser Liberadores de la raza de la enfermedad, fatiga
del alma y toda clase de limitación humana. Dentro de este
Templo, inspirado por Su Gran Jerarca el Señor Miguel,
estos Liberadores encuentran nuevo coraje para continuar
su servicio sobre el planeta Tierra, mientras aún se visten
con las vestiduras de la carne que las condiciones kármicas
o servicio voluntario han creado para ellos.
El Templo mismo es magnificente en Su diseño circular,
Su superficie incrustada de joyas, con Su domo dorado
brillando como el mismo Sol, construido como solamente
la Divina Hueste Angélica misma puede construir; pero el
servicio prestado en Este y a través de Este transciende
en mucho aún la belleza de Su estructura. Los Mensajeros
de la Hueste Celestial están constantemente viniendo a y
saliendo desde este Templo, llevando mensajes desde los
Cielos Más Altos. Los elementales fatigados con sus tareas de
creación y sostenimiento de la belleza de la Tierra, encuentran
energías renovadas y entusiasmo en Su Radiación. Los
Angeles quienes han tomado forma humana para ayudar a
la raza, son amorosamente bienvenidos y recargados dentro
de Sus paredes incrementando su deseo de servir a Dios y al
hombre. Los seres humanos quienes se han dedicado ellos
mismos a ayudar a la Hueste Angélica a restaurar el Puente
entre la Naturaleza Divina de Dios y la conciencia externa
del hombre se llenan del vigor espiritual por la proximidad
a Sus energías pulsantes.
A menudo, en los jardines que rodean al Templo, el
Arcángel Miguel y Sus Colaboradores hablan informalmente
con tales individuos y ellos son invitados a asistir a algunos
de los servicios menos transcendentes dentro del Templo
mismo. La Misericordia del Señor Miguel refrena a toda vida
de demasiada prolongada exposición ante la Luz refulgente
de Dios atraída en los Ceremoniales Internos.
¡Ustedes amados seres quienes anhelan liberar la vida,
vengan ahora durante este período de treinta días a la Presencia
del Gran Arcángel Miguel!¡Entren al Templo de la Fe!
¡Encuentren dentro de ustedes mismos la fuerza renovada y
el vigor espiritual requerido para continuar en su servicio a la
Tierra y Sus evoluciones! Hablen con el Señor Miguel fuerte y
poderoso como el Mensajero del Más Alto, sin embargo gentil
como una Madre para todo el que requiera asistencia para
ellos mismos o la humanidad a la cual El vive para servir.