Oh, cuán gloriosas son las Alturas que se pueden alcanzar cuando no hay pensamiento o sentimiento de rebelión, juicio o resentimiento mutuo.
Una vez más, vuelvo a felicitarlos por las maravillosas condiciones que han suministrado.
El Dios en cada uno de ustedes es un maestro, especialmente de la mentalidad.
La mentalidad, si se le entiende correctamente, es la Acción de Dios.
Allí donde Dios está no puede haber más nada.
Digan a menudo: «Lo único que hay aquí es Dios, y yo no veo ni siento más nada»
El hijo es el padre del hombre. La hija es la madre de la mujer. ¿Suena esto paradójico? Les aseguro que no lo es, ya que, como regla general, la sugestión que envuelve al niño desde los cinco años de edad hasta los doce o catorce es aquello que conforma el carácter del hombre o la mujer a menos que, a través del conocimiento consciente de la práctica de la Presencia de Dios, descarguen y consuman todas las sugestiones infractoras, y avancen en la verdadera “Presencia” Interna.
Lo realmente desafortunado —y con esto me refiero al retraso en el progreso, ya que sólo se da lo que se necesita, es decir, lo que no se necesita no se da — es la falta de conocimiento a la hora ponerle coto a las sugestiones que tratan de entrometerse en nuestra Liberación Dada-por-Dios. Ahora puede entenderse el dicho sabio de que a veces nuestros amigos son nuestros peores enemigos, ya que todo aquel —excluyendo un Maestro (me refiero a un verdadero Maestro de Luz)— que tenga una opinión acerca de otro individuo, se está entrometiendo en la liberación de dicho individuo, y esto sencillamente ¡no debe hacerse! Hay que mantener tenazmente la vigilancia contra toda rebelión del pensamiento cuando se presenta la enseñanza o cuando se pretende generar un bien, ya que nadie que no sea un Ser Ascendido puede juzgar la intención detrás de un discurso o acción.